El Centro de Pastoral Litúrgica (CPL) celebra sesenta años de historia al servicio del arzobispado de Barcelona, del conjunto de las diócesis catalanas, así como de todo el ámbito de habla hispana. El próximo Adviento también celebra el 50º aniversario de su revista Missa Dominical y tiene otra en marcha dirigida a los laicos: Galilea. 153. Precisamente uno de los actuales objetivos del CPL según explica su presidente, el sacerdote Josep Maria Romaguera, es que la liturgia sea más vivida por las comunidades parroquiales y, en este sentido, el papel de los laicos cada vez ha de ser más importante.
El Centro de Pastoral Litúrgica nació en el año 1958 para poner en práctica la reforma litúrgica que ya se estaba cocinando en Cataluña desde principios de siglo XX y que eclosionó con el Concilio Vaticano II. Sesenta años después, ¿cuáles son los retos?
Es importante tener en cuenta que la liturgia no es un elemento estático que forme parte del pasado, sino que es dinámico. Por tanto, el camino debe proseguir con mucha apertura a la realidad presente y con la mirada puesta en el futuro para conseguir que la liturgia sea muy viva y pueda ponerse en práctica de una manera adecuada. Personalmente, como sacerdote, siempre he tenido la preocupación de que la liturgia esté integrada en la vida y en la pastoral de la comunidad, que no sea un apéndice, sino una concreción importante. En la liturgia, celebrando el misterio de Cristo, que es un don, se debe reflejar la vida de la comunidad.
A veces, se ve casi como una teatralización o incluso como una imposición que viene de fuera.
La palabra «imposición» denota, ciertamente, que venimos de una larga historia en la que ir a misa era precepto. Por tanto, uno de los efectos no deseados había sido que la liturgia era cuestión de cumplimiento. No es fácil cambiar la mentalidad. Ahora bien, la liturgia no se ha de vivir como
un precepto sino como una realidad a la que estamos invitados y que nos ayuda en nuestra vida cristiana. En la misa dominical cada uno aporta todo lo vivido durante la semana para recibir a Jesucristo, presente en la comunidad, en su Palabra y en el sacramento, para salir renovado, más dispuesto a vivir como discípulo. Por tanto, aquí hay un trabajo que hacer, que no es formal sino de sentido. Es decir, la preocupación no debe ser tanto qué forma tiene la liturgia (aunque, evidentemente, es un aspecto importante a trabajar), sino ayudar a los cristianos a descubrir y redescubrir su sentido y valor. Uno de los aspectos que me gusta remarcar es que es un don recibido y al mismo tiempo una acción que debemos llevar a cabo. Es la combinación de estos dos elementos.
¿Cómo se consigue que la liturgia sea vivida?
Es muy importante la relación que se establece entre el pastor y los miembros de la comunidad: cómo esta comunidad se articula en equipos, en dinámicas de grupo, cómo se vive la fraternidad, cómo se vive la solidaridad tanto dentro mismo de la comunidad como de cara afuera, cómo se establecen relaciones entre los cristianos y el vecindario, y el tejido asociativo de cada barrio o pueblo. La vida, en la medida en que es una vida real e intensa de las personas que integran la comunidad, se nota después en la celebración. Y, al mismo tiempo, en la medida que la celebración recoge esta vida, también alimenta que los cristianos continúen implicados no solo en el interior de la comunidad sino también, dependiendo del carisma de cada uno, en el tejido asociativo y en la vida de la sociedad.
El IV Memorial Pere Tena de Pastoral Litúrgica se entregó el 17 de febrero a la parroquia de Santa Eulalia de Vilapicina y a su equipo de liturgia. ¿Es una manera de poner de relieve esta experiencia de colaboración entre pastor y equipo?
Sí, concediendo este cuarto memorial pretendíamos subrayar la importancia de los equipos de liturgia. En el momento de ponerla en práctica, la liturgia quedaba muy limitada al clero, cuando, de hecho, no hay liturgia sin el pueblo y, por tanto, sin el laicado. La liturgia no es comprensible si no la vemos como un encuentro, una reunión, una asamblea en la que hay laicos y laicas, quizás religiosas y religiosos, y el ministro ordenado que tiene un rol muy especial y necesario. Entender la liturgia como algo exclusivo del clero no tiene sentido. Es la celebración del pueblo fiel y, por tanto, que a la hora de ponerla en práctica intervenga un equipo de laicos tendría que ser lo más natural, porque afecta a toda la comunidad. De hecho, tendrá un tono más vivo si se organiza de este modo que si lo organiza todo quien debe presidirlo.
¿Todas las comunidades cuentan con equipos de liturgia?
Es una pregunta que precisamente nos estamos haciendo. El cuarto Memorial queremos que nos permita estirar el hilo para poder ver qué equipos de liturgia hay, qué forma tienen según cada lugar y comunidad, qué elementos comunes deberían tener, cómo podemos ayudar a que se constituyan si no hay. Me parece que existen muy diversos, pero también que hay que dar elementos y herramientas para reflexionar sobre cuál es el sentido y la misión del equipo, y ayudar a que puedan mejorar su trabajo, siempre atendiendo la diversidad. Y seguramente hoy en día es mucho más necesario por el hecho de que hay pocos sacerdotes que tienen que hacerse presentes en varios lugares. Por eso lo ideal es que haya un equipo en cada lugar con todo preparado para cuando llega quien presidirá, que también habrá formado parte de la preparación en tanto que es miembro nato del equipo.
Formación de nuevos liturgistas
¿Qué servicios ofrece el CPL en relación con material, formación, asesoramiento?
A nivel muy práctico e inmediato lo que ofrece el CPL es la revista Missa Dominical, que el próximo Adviento llegará a los 50 años de vida. Tenemos un material estrella que es el Full per a la celebració. En cuanto llega la revista, el Full se deja en la sacristía y está a punto para cada misa. Otros materiales y artículos que se ofrecen en Missa Dominical, posteriormente, también han dado origen a varios libros. Ahora bien, la revista más antigua es Phase, que enseguida adquirió un carácter académico. También hay que destacar Liturgia y espiritualidad, que nació con el nombre de Liturgia de las Horas pensando sobre todo en las comunidades monásticas y religiosas, si bien actualmente está destinada a un público mucho más amplio. Y como la vida evoluciona y el Centro quiere estar al caso de las transformaciones, el 12 de abril presentaremos una nueva revista, bimensual, pensada mucho para el laicado: Galilea. 153, que saldrá en catalán y en castellano. En relación con la dimensión docente, hay que poner de relieve la labor del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, nacido del CPL. Actualmente tiene autonomía respecto al CPL pero hay vínculos de colaboración y de ayuda mutua. Por otro lado, también nos planteamos ofrecer otro tipo de formación más puntual de acuerdo con las demandas y las necesidades que surgen de las propias comunidades. Por eso hemos constituido un equipo de formación.
Ahora que citaba el Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, vale la pena destacar que buena parte de los alumnos proceden de Latinoamérica. Asimismo, el material que el CPL ofrece también va dirigido al público de habla hispana. ¿Cómo se entiende esta influencia litúrgica más allá de Cataluña?
Que en Cataluña haya un Centro como el nuestro es uno de los frutos del movimiento litúrgico que marcó la primera mitad del siglo XX. Fue un movimiento europeo que en Cataluña tuvo mucha vida y que contó con el impulso de personas concretas. Este trabajo encontró cristalizaciones concretas como el Congreso Litúrgico de Montserrat del año 1915. En este sentido, hay que destacar que Montserrat ha sido un referente y un estímulo para la Iglesia catalana. Fruto de este trabajo surgió el CPL y, posteriormente, el Instituto Superior de Liturgia de Barcelona. Y el hecho de ser un país con dos lenguas allanaba el camino para ponerse al servicio de todas las iglesias de habla hispana y no solo a las diócesis catalanas.
Nos vienen a la cabeza muchos liturgistas de referencia, pero especialmente Pere Tena, fundador del CPL, y también obispo auxiliar de Barcelona. ¿Sigue habiendo nombres de referencia?
Ciertamente liturgistas como Pere Tena tuvieron prestigio internacional y formaron a otros nuevos de Cataluña, de España y de América Latina. Sin ir más lejos, el III Memorial Pere Tena lo entregamos al arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, porque es un referente en Latinoamérica. El momento presente quizás no es tanto de nombres de gran relieve. No es cuestión de comparar las épocas: hace cincuenta años necesitábamos a los maestros de la reforma, por decirlo así. Quizás no es la necesidad del presente. Los grandes liturgistas querían que la liturgia fuera vivida en las comunidades y en las diócesis, lo que se ha ido consiguiendo, aunque hay trabajo por hacer.
¿Habrá más liturgistas laicos? ¿Y mujeres?
Ahora empieza a haber. En el Instituto Superior de Liturgia ya hace años que estudia todo tipo de creyente, no solo sacerdotes y seminaristas que se preparan para serlo, también laicos y laicas, religiosos y religiosas. Esto es imparable. Ya hay y cada vez habrá más, creo. La nueva revista también puede ser un espacio donde se expresen los laicos formados en liturgia y un estímulo. La liturgia es algo de todos. El ministerio ordenado tiene un papel clave, pero sin el pueblo este papel no tiene a quién servir.