Al inicio del mes de enero, a penas empezado el año nuevo, la Iglesia celebra la fiesta de San José María Tomasi, un santo italiano, poco conocido popularmente pero muy querido y venerado por los estudiosos de la liturgia. Tomasi nació en 1649 en la isla de Sicilia, en una familia noble y muy religiosa. Siendo niño fue educado en las ciencias humanísticas del Renacimiento, sobresaliendo tanto en las lenguas clásicas como en las modernas, especialmente, la castellana, ya que tenía que heredar el nobiliario título de «Grande de España». También le correspondía heredar los títulos de duque de Palma y príncipe de Lampedusa, isla siciliana donde actualmente acuden tantos refugiados, muchos de los cuales mueren ahogados en el mar. En esta isla el papa Francisco realizó el primer viaje de su pontificado.
Tomasi valoró los bienes espirituales más que los bienes materiales de la tierra, de la que se consideraba simplemente un peregrino. Tenía una innata inclinación al recogimiento, al estudio y a la oración. Un hombre espiritual y de virtudes. Aún joven, ya tenía predilección por el canto gregoriano y le gustaban las celebraciones solemnes de la sagrada liturgia, así como también, la lectura de los libros antiguos y el estudio de pergaminos. Con todas estas aficiones no es de extrañar que optara para la vida religiosa, de estudio y no tanto por la social y política. A los 15 años, con la bendición de su familia, entró en el convento de los padres Teatinos de Palermo. En 1673, en la catedral de San Juan de Letrán en Roma, fue ordenado presbítero.
Como presbítero teatino fue un hombre de Dios y un gran estudioso de las Sagradas Escrituras, de la sagrada Liturgia y de los santos Padres de la Iglesia. La búsqueda de las fuentes bíblicas y litúrgicas, como son los antiguos sacramentarios, es de un gran valor y riqueza en la actualidad. Gracias al cardenal Barberini, que le abrió las puertas de la biblioteca vaticana, y a la reina Cristina Alejandra de Suecia, que lo protegió, facilitándole códices y manuscritos antiguos, Tomasi pudo desarrollar su gran habilidad de hombre de ciencia y de investigador nato, publicando muchas obras inéditas. Podemos decir entonces, que Tomasi fue investigador y autor de grandes creaciones litúrgicas de su época. Gracias a él, hoy tenemos fuentes litúrgicas como el sacramentario Gelasiano y el Gregoriano, el Misal gótico, y el Galicano, así como antifonarios y responsoriales, leccionarios y evangeliarios… que no solamente son libros antiguos sino también fuentes litúrgicas con las que se han podido enriquecer los actuales libros litúrgicos del Vaticano II.
El papa Clemente XI nombró a Tomasi cardenal y fue considerado como «Padre de la nueva ciencia litúrgica» ya que había superado a los grandes liturgistas e investigadores que le habían precedido. El primer día del año 1713 murió en Roma con gran fama de hombre sabio y santo. En 1803, Pío VII lo beatificó, y en 1986 san Juan Pablo II lo canonizó.
Entre las muchas iglesias romanas de visita obligada, en Sant’Andrea della Valle, en pleno corso Vittorio Emanuele, hallamos el sepulcro de san José M. Tomasi, en uno de los altares laterales. Si vais a Roma no dejéis de visitarlo.
Los alumnos y profesores del Instituto Superior de Liturgia de Barcelona, todos los años honoramos a nuestro santo Tomasi con una eucaristía que celebramos en la iglesia de San Cayetano de los padres teatinos en Barcelona. Su fiesta es el día 3 de enero para la gloria de Dios y la exaltación de la Santa Madre Iglesia.