«DESIDERIO DESIDERAVI». SOBRE LA FORMACIÓN LITÚRGICA

echada en la pasada solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo (2022) el papa ha ofrecido al Pueblo de Dios una Carta apostólica donde reflexiona sobre la sagrada liturgia y la necesaria formación para entender bien su contenido y vivirla con provecho espiritual en la Iglesia.

Este es un tema recurrente en el último siglo. Desde los inicios del movimiento litúrgico europeo (1909) se insiste en la necesidad de que los bautizados, empezando por los ministros ordenados y todos los cristianos, tengan una adecuada educación sobre lo que acontece en los sacramentos, sus ritos y oraciones, el contenido y el conjunto de cada acción litúrgica.

Recientemente el Dr. Alex Marzo, presbítero barcelonés, ha defendido una magnífica tesis doctoral sobre el primer congreso litúrgico de Montserrat (1915) donde, entre otras conclusiones, se manifiesta el compromiso de todos los participantes en aquella asamblea, a incrementar esta formación entre el pueblo de Dios. El secretario del citado congreso, el sacerdote sabadellense, Dr. Lluís Carreras i Mas, en uno de sus escritos, para describir la situación del clero en relación a la liturgia en los albores del siglo XX, afirmó: «Nos sentimos forasteros de nuestra misma obra sacerdotal».

Esta preocupación llegó hasta el mismo Vaticano II. Su Constitución sobre la sagrada liturgia, Sacrosanctum Concilium (1963), tiene afirmaciones contundentes con respecto a nuestro tema. Al hablar de la necesidad de fomentar la participación plena, consciente y activa en las acciones litúrgicas declara, de forma categórica, que, este propósito tan noble no se podrá ver materializado si, antes, los pastores de almas no se convierten en maestros de la liturgia y, por ello, determinó que se debía proveer, antes que nada, a la educación litúrgica del clero (cf. núm. 14). Pero no solo del clero, ya que este debe comprometerse –según mandato del mismo Concilio– en la educación litúrgica del pueblo fiel, no solo con las palabras sino también con el propio ejemplo (cf. núm. 19).

El gran teólogo Romano Guardini –a quien el papa cita varias veces en la carta apostólica– comentando la reforma conciliar afirmó: «Sin una adecuada educación litúrgica la reforma de los ritos no significará gran cosa». El mismo autor había escrito muchos años antes, en 1923, un famoso libro titulado precisamente así: Formación litúrgica. Sería oportuno que, en ocasión de este documento papal, se ofreciese pronto al público una traducción de esta obra al castellano y al catalán.

Francisco nos ofrece, ahora, una nueva reflexión sobre este tema. Se lo agradecemos sinceramente, aunque su escrito pone en evidencia que todavía no se ha conseguido una situación satisfactoria en la Iglesia sobre algo tan esencial. Hay que leer con atención sus páginas. Especialmente las que nos recuerdan el carácter teológico de la liturgia y su relación intrínseca con Cristo y la Iglesia, poniendo especial atención a los números 27 al 47, donde el papa nos exhorta a una seria y vital formación litúrgica.

Sin embargo, es justo reconocer que, las cosas no se resuelven solo hablando de ellas. ¡En eso somos especialistas! Hay que poner los medios necesarios en las diócesis y las parroquias para ello. Si no lo hacemos –parafraseando a Guardini– tampoco esta carta apostólica significará gran cosa en la vida real del pueblo de Dios. Entre nosotros, grandes maestros como Tena, Farnés, Aldazábal, Bellavista, etc., por citar solo los ya fallecidos, dedicaron su vida a esta cuestión. Debemos seguir sus pasos sin desfallecer.

Leamos, pues, Desiderio desideravi, comprometiéndonos con obras y de verdad en esta espléndida tarea a la que el papa nos invita.

Jaume González Padrós, profesor de liturgia. Miembro del Centre de Pastoral Litúrgica.

(Cataluña Cristiana núm. 2.234, 17 de julio de 2022)