La Cuaresma es un tiempo de preparación para la Pascua. Es un tiempo marcadamente penitencial, de preparación, de conversión, de desierto. Pide una actitud interna de cambio, de “metánoia”, de conversión. Por esto, la liturgia ayuda con los signos externos, para que ayuden pedagógicamente a vivir con intensidad este tiempo litúrgico fuerte.
Así pues, durante la Cuaresma se omite el himno del “Gloria” y el canto del Aleluya, que serán cantados solemnemente durante la Vigilia Pascual. Al mismo tiempo, se pide no tocar música instrumental, sino que el instrumento toque solamente cuando acompaña en el canto litúrgico; por tanto, en este tiempo abundan mucho los silencios y la austeridad en los cantos. Por otro lado, en los domingos de Cuaresma, en lugar del canto de entrada, es recomendable cantar la letanía de los Santos y suple así el canto de entrada y el acto penitencial, a la vez que pedimos su intercesión a estas personas que han sido modelos de fe en Jesucristo. También, durante la Cuaresma, se retiran todas las flores que hay en la iglesia, para así marcar la austeridad propia de este tiempo. El color litúrgico de este tiempo es el morado, un color más bien apagado y oscuro, que contrastará con la claridad del blanco o el dorado de la Pascua.
También es muy recomendable que durante la Cuaresma no se celebre el sacramento del bautismo, ya que es más pedagógico celebrarlos en la Pascua, ya que los sacramentos –sobre todo el bautismo– brotan de la Pascua.
Por otro lado, tal y como la Iglesia pide durante la Cuaresma, es importante intensificar la oración, dar limosna y también ayunar; son actitudes externas que nos tienen que ayudar internamente a convertirnos e ir al encuentro de Cristo, viviendo como él vivía.
Una buena práctica para vivir la Cuaresma es la oración del vía crucis, en la cual contemplamos los últimos momentos de la vida de Jesús, su camino hacia la cruz. Es una oración que tiene diversos modos de hacerse, si bien normalmente tiene catorce meditaciones o estaciones. En cada una de ellas contemplamos estos hechos de la pasión de Jesús camino de la cruz y a la vez nuestro deseo de conversión ante este acto supremo de amor por parte de Jesús.
Otra buena práctica para vivir la Cuaresma, en vistas a la celebración de la Pascua, es recibir el sacramento de la reconciliación, para poder pedir a Dios que nos perdone nuestras faltas y recibir su perdón y su paz.