En primer lugar, es un nuevo paso hacia el camino cristiano, un nuevo paso que confirma lo que hemos recibido en el Bautismo; nos une más plenamente a Dios, nos hace vivir más a fondo su vida y hace falta nuestra respuesta. En segundo lugar, se nos da el Espíritu Santo, para que nos llene del todo y nos haga semejantes a Jesús. En tercer lugar, nos incorpora más plenamente en la Iglesia (esto se visualiza en el hecho de que el ministro de este sacramento es el obispo) y en cuarto lugar, nos envía a ser testigos de Jesucristo y a llevar a todos su Buena Nueva, es decir, nos lleva a dar testimonio de nuestra fe.
Querer recibir la confirmación i prepararse para ello es, por tanto, una forma importante de desear consolidar, hacer más fuerte, el camino iniciado por el Bautismo. Y de hecho, el don de Dios que recibimos al ser confirmados, tiene precisamente este objetivo: que, de verdad, seamos más profunda y auténticamente cristianos, seguidores y testigos de Jesucristo.
Celebración de la Confirmación
Tiene lugar dentro de una celebración de la Eucaristía, si bien también está contemplado de hacerlo en una celebración de la Palabra.
Se inicia con la comunidad reunida: confirmandos, padres, padrinos, familiares, catequistas, sacerdotes y el obispo (o un delegado suyo). Sigue con la Liturgia de la Palabra. Después de escuchar el Evangelio, tiene lugar la presentación de los que se confirman y sigue la homilía. Una vez terminada la homilía, tiene lugar la renovación de las promesas del Bautismo y la imposición de manos del obispo, juntamente con la plegaria sobre los confirmandos invocando los dones del Espíritu Santo. Sigue el momento central, que es la unción con el óleo del santo crisma, diciendo “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”. Después viene la oración universal, la Liturgia de la Eucaristía y finalmente la despedida hacia la vida y la misión.
Cosas a tener en cuenta
Es muy oportuno que este sacramento tenga lugar en Pentecostés o bien primordialmente en tiempo de pascual, ya que los sacramentos brotan precisamente de este acontecimiento de la resurrección de Cristo. Aun así, se puede celebrar en otros momentos del año.
Es imprescindible el santo Crisma, la materia con el cual se celebra este sacramento.
El ministro propio de este sacramento es el obispo, pero si él no puede, lo puede delegar en otro sacerdote, normalmente los vicarios generales o episcopales.
Finalmente, los padres y padrinos tienen que ser personas de fe que ayuden al confirmando a crecer en la fe cristiana y vivan coherentemente su fe y, evidentemente, tienen que estar también confirmados.